El tema de
hoy recorres esos lugares endurecidos de nuestro corazón, de nuestras mentes y
emociones.
Así como la
piel genera “endurecimientos”, nuestras vidas también.
Lo que el callo hace es quitarle sensibilidad a la piel, vitalidad, son células muertas que dejan aisladas a las terminales nerviosas de la epidermis delimitando una capa más dura externa que resulta como formación y respuesta al roce y forzamiento reiterado.
Al
principio genera dolor pero una vez formado ya no duele.
Hay miles
de remedios clínicos y no tan clínicos “caseros” que se usan para remover esas
durezas y algunos hasta generan risas.
Pero más allá
de la cura, el tema es pensar en esta defensa que el mismo organismo genera poco a poco para “evitar” el
dolor que provoca algo que impacta o que ocasiona roce. Puede ser una pala u
cualquier he otra herramienta o cosa que con cierta frecuencia toca siempre en
el mismo lugar de la piel.
Nuestras
vidas también corren el peligro de generar callosidades, de quedar insensibles
al dolor de la VERDAD... Verdad que aunque cause dolor al principio, al decirle
“NO” una y otra vez o a correrla y
postergarla nos endurecemos. Golpea,
golpea, genera roce y más roce pero si no cambiamos entonces llega a un punto
que ya ni siquiera duele.
Nos vamos acostumbrando
hasta perder la sensibilidad, acomodándonos a lo malo adaptando la forma de
vivir a la forma del callo en vez de a la forma del cambio o de la verdad de
Dos.
Todos
tenemos faltas, todos luchamos con el pecado y con la tentación pero mientras estemos en lucha, está bueno!!
Porque eso denota que hay sensibilidad, que nos seguimos dando cuenta, todavía
estaos en ese estado donde la verdad nos genera alguna molestia o alguna
necesidad de cambio. El tema es cuando ya ni nos duele, ni nos molesta porque
eso denota endurecimiento, callosidad.
¡Por que
pasa esto?
Porque nos
damos permiso para postergar y no cambiar, porque nos acostumbramos a la
desobediencia una y otra vez. Enmascaramos nuestro modo de ser con una
religiosidad aparente pero en el fondo ya no nos conmueven los mismos
principios que a Dios le conmueven, ni las mismos cosas que mueven el corazón
de Dios son las que nos mueven a nosotros y ahí…conformamos un carácter y una
vida acomodada a lo que nosotros necesitamos y no a lo que a Dios le agrada ni a Su imagen.
Stanley Andy dice: “Cuando lo que acongoja a Dios ya no te acongoja a ti, tu corazón se ha
endurecido. Cuando lo que molesta a Dios ya no te molesta a ti, tu corazón se
ha endurecido”
Quizá este sería
un buen indicador para revisar la medida de endurecimiento de nuestra vida
espiritual. ¿Qué cosas me conmueven? ¿Que sigo sosteniendo como bueno para la
vida? ¿Dónde pongo mis prioridades? ¿Qué lugares frecuento? ¿Qué lugar le doy a
la Palabra de Dios ya sus principios? ¿Negocio con ellos según mi conveniencia
o acepto las pautas de Dios más allá de todo y las obedezco?
En Romanos capítulo
1: 18 y aun hasta el capítulo 2 especialmente el vs 5 el apóstol despliega una
tremenda ilustración de lo que puede llegar
a ser un corazón endurecido, un corazón en el que las callosidades
espirituales generan tanta insensibilidad que hasta el entendimiento se
entumece y los pensamientos pueden llegar a cambiar la verdad de Dios por
cualquier otra cosa que aun sea contraria a lo que la ley de la misma
naturaleza establece y sin ningún remordimiento. Esa lista va desde la
idolatría hasta las prácticas inmorales y al carácter necio y altivo en
oposición a Dios.
El resultado,
dice el apóstol, es que la humanidad en la medida que no es sensible a la
verdad de Dios acumula juicio y angustia.
Lo bueno es
que hay “Remedios”!!
Dios es
bueno y misericordioso y no se cansa de nosotros. Su amor va y va una y otra
vez porque no se rinde.
Si tu la experiencia de tu vida te dejo
callosidades que afectaron tu sensibilidad
y tu capacidad de sentir la presencia de Dios…volve a EL desde donde
estés, El aún puede dar VIDA a lo que
sientas que está muerto.
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