viernes, 22 de julio de 2016

Un pedido difícil: Amar a nuestros enemigos

Han oído la ley que dice: Ama a tu prójimo y odia a tus enemigos. Pero Yo digo: Ama a tus enemigos y ora por quienes te persiguen. Mateo 5:43-44
Uno de los sermones más conmovedores, basado en este texto, se tituló ¨Para amar a tus enemigos¨ y fue escrito en una prisión de Georgia. Luchando con las preguntas de por qué y cómo se debe amar, describió la manera en que ¨El odio multiplica al odio¨ en una espiral descendente de violencia y es exactamente tan perjudicial a la persona que odia como a su víctima. El amor es la única fuerza capaz de transformar a un enemigo en amigo, dijo, porque posee poder creativo y redentor. Siguió aplicando su tema a la crisis racial en los Estados Unidos. Por cerca de tres siglos los negros americanos habían sufrido opresión, frustración y discriminación. Pero Luther King y sus amigos estaban decididos a pagar el odio con amor. Entonces ellos conquistarían la libertad y vencerían a sus opresores y nuestra victoria será una doble victoria. Sermón escrito por el Reverendo Martin Luther King Jr.; Premio Nobel de la Paz (1964) predicado en la Iglesia Bautista de la Avenida Dexter, en Montgomery, Alabama,
el 17 de noviembre 1957.
¡Que chiquitos nos sentimos ante semejante discurso de amor!
Muchos líderes pacifistas fueron ejemplos de paz y de amor aun a quienes los habían torturado y esclavizado: Gandhi, Mandela, Corrie ten Boom, Víctor Frankl. y por supuesto, el mayor de los amadores, el que ES AMOR, Jesús. Quien aun estando en la cruz proclamo: Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen
Muchos son los pasajes de la Biblia que insisten a modo de grito desesperado: ¡Amen! ¡Amen!
El ser humano tiene capacidad de amar. El amor de un padre a un hijo, el de los que se aman, el de los hermanos y amigos, da cuenta de esto. Pero nuestro egoísmo altera la calidad de este amor. Por eso, solamente a través de la Gracia de Dios podemos dejar de lado preferencias personales, y disponernos a amar aun a quienes nos hacen el mal.
“No hagan a nadie mal por mal, Procuren hacer lo bueno delante del hombre, no tomen venganza, Si tu enemigo tiene hambre dale de comer, si tiene sed dale de beber, no te dejes vencer de lo malo, vence con el bien el mal. Etc. Etc. Lo que incluyen todos los textos, aun en los distintos pasajes es un precepto inamovible: “La venganza no nos corresponde a nosotros, es asunto de Dios”
El amor que Dios nos enseña es no solamente palabras, sino servicio activo
La cúspide de esto sería la posibilidad e INTERCEDER por nuestros enemigos. Así como lo hizo Jesús en la cruz. “Padre perdónalos”
No alimentemos odio ni rencor contra nuestros enemigos. En nuestras relaciones surgirán personas que procuran nuestro mal. Deslealtades, engaños, desilusiones, traiciones, estafas, nos enfrentan con la realidad del dolor que algunas relaciones nos ocasionan. Nuestra respuesta innata es enojo que, si persiste, se transforma en algo venenoso para nuestro corazón. Por eso, Jesús nos indica: Amar de una manera activa.  Ni nuestro temperamento, ni si las causas son justificadas, nos eximen de la regla dada en este Sermón. Deshacernos de los deseos de venganza y del odio son el único camino hacia la paz en nuestras relaciones ¿Te lastimaron? Recurre al amor de Dios como fuente de misericordia y aplícala activamente. Y justo en el momento en que decides vengarte …AMA. Esta es la mejor carta de presentación para mostrar a Quien pertenecemos. A un Dios que es Amor.
He decidido apostar por el amor, el odio es una carga muy pesada. Martin Luther King




viernes, 15 de julio de 2016

Aceptar y recibir

Así que llegue a esta conclusión de que no hay nada mejor que alegrarse y disfrutar de la vida mientras podamos. Eclesiastés 3:12
¨Dios, concédeme la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, el valor para cambiar las cosas que puedo cambiar y la sabiduría para conocer la diferencia; viviendo un día a la vez, disfrutando un momento a la vez; aceptando las adversidades como un camino hacia la paz; pidiendo, como lo hizo Dios, en este mundo pecador tal y como es, y no como me gustaría que fuera; creyendo que Tú harás que todas las cosas estén bien si yo me entrego a Tu voluntad; de modo que pueda ser razonablemente feliz en esta vida e increíblemente feliz Contigo en la siguiente. Amen. “Seguramente habrán leído esta oración para la Serenidad. Así se llama. Más allá de las contradicciones, muchos coinciden en atribuir la autoría al teólogo americano: Reinhold Niebuhr quien fuera ordenado ministro de la Iglesia evangélica, luego pastor en Detroit hasta 1928 y después docente en el seminario teológico de Nueva York (1930-1960). Demostró la unión entre el liberalismo político y la teología bíblica. Sus ideas claras acerca de la igualdad y la justicia social combinaban sus enseñanzas con el evangelio.
La aceptación es una virtud. Muchas veces, esta palabra es confundida con conformismo y resignación como si fuera sinónimo de debilidad y pasividad. Sin embargo, aceptar la realidad tal como es incluye, ser esta persona determinada, con este carácter y no otro, con este temperamento, entre otros que existe, estas fuerzas, estas debilidades, estas habilidades y estas limitaciones. Aceptar mis posibilidades como así también mis límites. Implica entender que somos seres finitos y no omnipotentes. ¡Cuántos viven angustiados deseando ser otros! Insatisfechos, enojados con su historia y frustrados por lo que desearían ser y tener y no pueden. En ese espacio pierden de vista la realidad de sus posibilidades. Hacernos cargo de nuestra existencia y estar de acuerdo con nosotros mismos es el primer paso para comenzar a cambiar lo que necesitamos cambiar. Dios ofrece los recursos y acompaña esa experiencia.
La resiliencia parte de este primer estado de aceptación. No puedo crear nuevas posibilidades si no acepto la realidad que tengo.
El psiquiatra y psicoanalista Boris Cyrulnik divulgó este concepto que extrajo de los escritos de John Bowlby. Es un término que se toma de la resistencia de los materiales que se doblan sin romperse para recuperar la situación o forma original. Por ejemplo, un arco que se dobla para lanzar una flecha, o los juncos bajo la fuerza del viento. Cuando un sujeto o grupo es capaz de hacerlo, se dice que tiene una resiliencia adecuada y puede sobreponerse a contratiempos o incluso resultar fortalecido por estos. Actualmente, la resiliencia se aborda desde la psicología positiva, la cual se centra en las capacidades, valores y atributos positivos de los seres humanos, y no en sus debilidades y patologías, como lo hace la psicología tradicional. El concepto de resiliencia se corresponde aproximadamente con el término «entereza». Es superar algo y salir fortalecido y mejor que antes.
Ana Muñoz, motivadora personal amplia estos conceptos:
Características de las personas resilientes
Las personas resilientes poseen tres características principales: saben aceptar la realidad tal y como es; tienen una profunda creencia en que la vida tiene sentido; y tienen una inquebrantable capacidad para mejorar.
Además, presentan las siguientes habilidades:
Son capaces de identificar de manera precisa las causas de los problemas para impedir que vuelvan a repetirse en el futuro.
Son capaces de controlar sus emociones, sobre todo ante la adversidad y pueden permanecer centrados en situaciones de crisis.
Saben controlar sus impulsos y su conducta en situaciones de alta presión.
Tienen un optimismo realista. Es decir, piensan que las cosas pueden ir bien, tienen una visión positiva del futuro y piensan que pueden controlar el curso de sus vidas, pero sin dejarse llevar por la irrealidad o las fantasías.
Se consideran competentes y confían en sus propias capacidades.
Son empáticos. Es decir, tienen una buena capacidad para leer las emociones de los demás y conectar con ellas.
Son capaces de buscar nuevas oportunidades, retos y relaciones para lograr más éxito y satisfacción en sus vidas.
El modo de pensar de las personas resilientes
Las percepciones y los pensamientos influyen en el modo como la gente afronta el estrés y la adversidad.
El estilo de pensamiento de las personas resilientes se caracteriza por ser realista, exacto y flexible. Cometen menos errores de pensamiento (como la exageración o sacar conclusiones precipitadamente, sin evidencias que las corroboren) e interpretan la realidad de un modo más exacto que las personas menos resilientes.
Los beneficios de la resiliencia
Las personas más resilientes:
Tienen una mejor autoimagen
Se critican menos a sí mismas
Son más optimistas
Afrontan los retos
Son más sanas físicamente
Tienen más éxito en el trabajo o estudios
Están más satisfechas con sus relaciones
Están menos predispuestas a la depresión

LA Palabra de Dios nos deja ejemplos de personas que fueron resilientes. Una de ellas fue el apóstol Pablo. En Filipenses capítulo 4 dice: “He aprendido a contentarme cualquiera sea mi situación, se vivir humildemente y se tener abundancia, en todo y por todo estoy enseñado, así para tener hambre como para padecer necesidad. . todo lo puede en Cristo que me fortalece.
También en 2 Corintios 11:24 al 33, también describe situaciones críticas de las que él salió ileso, por la Gracia de Dios. También la historia de Jose o de Abraham o de David, son ejemplos de resiliencia.
Si bien hay personas que naturalmente tienen la habilidad de sobreponerse a las crisis con más habilidad que otros, por sus temperamentos o por los recursos con los que cuenta, para aquellos que creemos en Jesús, contamos con EL RECURSO que es Cristo en nosotros. Su poder y su fortaleza, nos provee de aquello que no tenemos. Implica, confianza en su Persona, pero más aún, descanso en que sus planes para nosotros son perfectos más allá de todo.
Cuanto más lugar damos a su Espíritu en nosotros, más viable ser poder enfrentar las crisis propias de la vida.

viernes, 8 de julio de 2016

El poder del silencio

El lenguaje y la palabra es lo propio del ser humano. Somos seres vivientes con la hermosa capacidad de socializar con otros lo más privado que tenemos que son, nuestros pensamientos. Y. eso es en sí, un misterio, un fenómeno nada sencillo, pero, por otro lado, el silencio, también es parte de la vida humana. Y no justamente referimos a quedarnos sin palabras sino al silencio que podemos sostener aun teniendo muchísimo para decir. A esa decisión personal de “Quedarnos en silencio” porque necesitamos introspección, meditación, reflexión y conexión espiritual. Ser dueño del silencio es una virtud. Quizá por eso hay tanto aturdimiento y no se valoran tanto los momentos de silencio como los que se llenan con ruidos y palabras. Si bien es importante hacer uso de nuestras palabras y decir todo lo que sea necesario decir, hay ciertas experiencias o sentimientos que solo se comparten en silencio con uno mismo. Y muchísima riqueza hay en eso.
Por la palabra tenemos la posibilidad de entrar en comunidad, intercambiar, emociones, opiniones o pensamientos; pero hay momentos en que hay que ser capaz de estar a “Solos” salirse un poquito de lo comunitario para revisar lo individual de nuestros propios procesos y ver en nuestro interior que es lo que Dios está hablando. Contemplar a Dios y meditar en Él, implica recortar otros ruidos, separarnos del aturdimiento y descubrir Sus atributos, sus planes y su Gracia para nuestras vidas.
El problema es que, a algunas personas, les es imposible entrar en contacto consigo mismo. Esto les resulta insoportable. Se escapan de sí mismos con palabras y ruidos ensordecedores. ¡Se aturden! Llenan los vacíos con palabras, que a veces ni siquiera tienen sentido. Eso genera saturación, violencia e intolerancia. Pero lo más peligroso es que nos aleja de la voz de Dios. Y con esto no estamos diciendo que hay que ser monjas de clausura. No se trata de aislarnos de la realidad ni de nuestra comunidad, sino de poner límites a aquellos que nos separa de escuchar su voz.
Hay una historia que refiere al profeta Elias en 1. Reyes 19:11-12. El fuerte Elias aturdido por la opresión de Acab y Jezabel, se ocultó deprimido en una cueva. Y entonces pasó el Señor. Pero no estuvo su voz ni en el huracán, ni en el terremoto, ni en el fuego, sino que, en la brisa silenciosa y suave, allí se hace presente para el agotado Elias, la voz y el entendimiento de él mismo y de Dios.
Por eso, es que respetamos los tiempos de silencio porque aun en la ausencia de palabras, nuestro ser total puede conectarse con lo que somos y lo que Dios es.
Hay otros ejemplos en el Nuevo Testamento, en los cuales, sin decir palabra, algunas personas se encontraron con lecciones que no hubieran aprendido de otra manera.
Pedro, el discípulo, negó tres veces a Jesús, para encontrarse con una “Mirada” sin palabras del Maestro pero que lo definió como cristiano y lo empujó a no abandonar nunca más, aun cuando él mismo fuera crucificado como Jesús.
La mujer que padecía flujo de sangre y estaba perdiendo su vida, sin encontrar respuestas, solo al tocar el manto de Jesús, encontró salud plena.
La viuda de Naim, quien iba a enterrar a su propio hijo para quedarse luego sola y desamparada, se encuentra con Jesús en la caravana hacia la tumba. No habla solo llora y allí se encuentra sin palabras con el consuelo de Jesús y la restitución de la alegría al devolverle a su hijo a la vida.
Otro ejemplo es el de la mujer pecadora que irrumpe la cena de hombres en la casa del fariseo para derramar perfume de alto precio en los pies de Jesús y sin palabras, en el silencio de la devoción y la contemplación encuentra el amor perfecto en el perdón y la reivindicación del Maestro.
El mismo Dios, a veces hace silencio en nuestras vidas. Oramos con fe, esperamos sus respuestas, pero Él calla. No responde. Nos cuesta esperar. Nos desanimamos, sin embargo, sus silencios son los modos que Dios usa para que nos conozcamos, produzcamos paciencia y desarrollemos la fe.

Estar quietos y en silencio nos ayuda a contemplar, a meditar y a encontrar la armonía necesaria para la introspección y el reconocimiento de su soberanía.


viernes, 1 de julio de 2016

La paciencia

Definición: Se plantea tanto como actitud o como capacidad, de sobrellevar situaciones difíciles y conflictos de diversa índole. Se caracteriza porque quien la posee actúa con tranquilidad, es decir, que por más adversa que le resulte una realidad no pierde la calma. Se relaciona generalmente con el valor, la madurez y la perseverancia.
Proviene de la palabra pati, que significa sufrir, lo cual se relaciona con que, para esta actitud, para esperar hay que padecer, y se hace con la conciencia de que el beneficio llegará sin importar su origen
La relación que los seres humanos tienen con el tiempo es cambiante. A lo largo de los siglos el hombre intento no solo medir el tiempo sino ganarle al tiempo. Superar records y desafiar los límites que el tiempo impone. Si bien esto demuestra lo amplio que el ser humano puede llegar a ser y el despliegue de sus capacidades, quizá ha dejado como consecuencia un sentimiento de intolerancia ante las cosas que “se tardan”, La espera es intolerable. Vivimos en un contexto donde el “llame ya” y lo “instantáneo” hace que todo sea rápido y efectivo. Para comer ya no hay que buscar la leña y prender el fuego porque el microonda en instantes cocina cualquier manjar. Para comunicarnos ya no es preciso escribir cartas y esperar a que un cartero las entregue en mano porque el WhatsApp lo soluciona en seguida y ni siquiera la distancia es un impedimento. En este contexto hablar de desarrollar la PACIENCIA parecería casi chistoso o imposible. Nos acostumbramos a las cosas rápidas y si algo tarda un poco nos ponemos impacientes y molestos. Las esperas nos descontrolan y desatan ira, enojo, frustración e impulsividad. Hablar de falta de control de impulsos es un diagnóstico más que común y la hiperactividad también se suma a la lista de patologías propias de la relación del ser humano con el tiempo y con el control de sí mismo, entre otras cosas que las generan.
La paciencia absoluta no existe, sino solamente en Dios. Él tiene paciencia perfecta con nosotros y con todo el Universo. En cambio, el ser humano debe “desarrollar la paciencia".
Ahora bien… ¿Dónde se genera la impaciencia? Justamente en esa zona de tensión entre lo que “es” y lo que querría que fuese. Entre lo que es y lo que espero que sea. Entre el tiempo presente y el futuro. La vida se nos presenta como ES. Los acontecimientos históricos no siempre podemos cambiarlos. La vida se nos va “viniendo” y a lo sumo podemos llegar a modificar algunas cosas. Desarrollar la paciencia es primeramente aceptar las cosas como se nos presentan. Comprender y acompañar los procesos soportando aquello que no podemos modificar, pero esperando con paciencia lo que deseamos y por lo que quizá estamos trabajando.

También tenemos que desarrollar paciencia con las personas que nos rodean. Ya sea en la vida familiar o social puede que existan personas que sean difíciles de soportar. Tener paciencia es esperar con optimismo los cambios como también aceptar al otro como es sin intentar cambiarlo al modo en que uno desea cambiarlo. La paciencia es necesaria para desarrollar buenas relaciones. Proverbios 25:15 y para ampliar la comprensión de lo que los demás son o hacen, nos hace más sensibles.
Otra área donde se requiere paciencia es con nosotros mismos. A veces no estamos conformes con lo que somos y tenemos y no podemos sobrellevar ni nuestras propias vidas. Romanos 5:4 dicen que la paciencia nos ayuda a soportar las pruebas. Madura nuestro carácter. Nos hace estables y firmes. Aunque no haya resultados prontos en las pruebas y las dificultades, si asumimos los momentos difíciles con paciencia, nuestra fe en vez de debilitarse, se fortalece.
La paciencia es el resultado de poder controlarse a uno mismo. Dice en 2 Pedro 1 que al conocimiento hay que añadirle dominio propio y al dominio propio, paciencia. No por casualidad la Biblia pone la lista de virtudes encadenadas una de la otra. Creo que el sentido de esta lista del capítulo 1 de 2. Pedro enlaza a la madurez y a la piedad con conocer, comprender dominar las propias pasiones para luego poder vivir y experimentar paciencia con la vida, con los otros y con uno mismo. Sin control y dominio propio es imposible la Espera.  Es por eso que la idea de fuerza entra en juego en estas palabras. Para poder controlarse y dominarse a uno mismo hay que poder sostener con fuerza la tensión que se produce entre lo que Es y lo que necesito que SEA.
Estamos acostumbrados a buscar resultados inmediatos en todo. Entonces soportar los procesos se hace insostenible. Algunos reaccionan con ira ante lo que no se da, otros con depresión, otros con trastornos de ansiedad y otros salen a la vida impulsivamente en una búsqueda desesperada por alcanzar lo que no tienen. En ese carril descontrolado, las familias se separan, los matrimonios se divorcian pronto, los jóvenes se apresuran a tomar decisiones y los adultos viven insatisfechos todo el tiempo.
En términos generales, la paciencia incluye algo de sufrimiento. Soportar y sufrir no son emociones muy agradables, pero si, son necesarias a la hora de desarrollar un carácter maduro, estable y con la posibilidad de comprender las circunstancias por más adversas que se presenten.
La paciencia ejerce poder. Es poderosa. No es pasiva sino activa
Es el espíritu que puede sobrellevar las cargas por su esperanza inflamada, no por simple resignación; no es el espíritu del que se sienta, dispuesto a soportar estáticamente, sino el que conlleva la adversidad porque sabe que está siguiendo un camino que conduce a la gloria; no es la paciencia del que aguarda ceñudamente el fin, sino del que espera radiantemente un nuevo y mejor amanecer. (Williams Barclay)