domingo, 27 de marzo de 2016

La traición

 Una de las características que más me llama la atención de Jesús es la capacidad que tuvo para tratar de manera igualitaria a sus discípulos. Más allá de las diferencias, de los intereses que cada uno tenía al seguirle, de las historias y la cultura, Él siempre los amó hasta el final. Aún a Judas, el que le iba a traicionar y quien de hecho ¡Lo hizo! Nunca lo humilló. Nunca lo privó de recibir sus enseñanzas. Nunca le negó la posibilidad de estar en su intimidad. Sin embargo, a pesar de haber recibido todas las oportunidades del Maestro, en su corazón, la traición y la falta de lealtad anidaron y se hicieron un hecho. Miramos con desagrado a Judas. Nos montamos en ira cada vez que leemos el relato Bíblico que refiere a las treinta monedas de plata. Hasta lo acompañamos a la horca y le ponemos la soga al cuello porque emitimos sentencia de muerte a un acto que, desde la lógica humana, no merece otra cosa más que ese final. Sin embargo, también Pedro lo negó y los otros discípulos lo dejaron solo luego de su arresto. ¿No fue esto también traición? Pero era parte del plan divino para que la Escritura se cumpliese.  Jesús no venía al mundo a condenar sino a permitir que ellos (y nosotros) se conociesen a sí mismos para luego ser transformados a Su imagen por su gracia y por Su amor.  
La traición es la respuesta que damos los seres humanos ante aquello que no podemos sostener con sinceridad. Muchas relaciones están dañadas por traiciones y engaños. Familias enteras se destruyen cuando le dan lugar. Mentira, hipocresía, engaño, violencia, van de la mano cuando hablamos de traición. La defino como ese delgado límite entre la honestidad y la falsedad.  Ese espacio que se genera poco a poco en una mente que teje ideas sin expresarlas con confianza.  Si te han traicionado, sabes de lo que estamos hablando. Pero si tienes espíritu de traición, habla con quién necesites. Puedes destruir las relaciones más hermosas y las expectativas de aquellos que te aman y te admiran.  La traición siempre viene de mano de alguien que es conocido por nosotros.
Otro aspecto de este tema es La traición hacia uno mismo ¿Puede esto ser posible? Para entender mejor lo real de este peligroso sentimiento haré referencia a lo que Pilato, el procurador de Judea, hizo con Jesús días antes de su muerte. Si bien conocemos la historia de la crucifixión, es notable como se dieron los hechos previos y más allá de que todo fue para que la Escritura se cumpliese, hubo tantas irregularidades en ese juicio que nos asombra realmente.
Pilato fue un ejemplo, entre otras de esas escenas, de traicionarse a sí mismo. Fíjate lo que hizo y por qué lo hizo. Atrapado entre la conveniencia política y la justicia intentó sacarse el problema de encima. trasladó a Herodes el juicio, buscó dejar libre a Jesús a causa de la costumbre de La Pascua y no porque era justo. También propuso medidas de castigo, que se le azotara y por último al no lograr seducir a la multitud con nada, se lavó las manos. Todo esto, sabiendo en lo íntimo de su corazón, que Jesús era verdaderamente JUSTO. Optó por traicionar lo que sabía y se condenó a si mismo por conveniencia.
Condenarte a ti mismo es posible. Ocurre cuando ante el dilema de dos opciones opuestas, eliges sin congruencia propia. Las presiones pueden llevarte a hacer aquello que no harías bajo ninguna forma si pudieras sostener tus principios. Te traicionas cuando cedes a costumbres, pecados, hábitos, conversaciones y relaciones que nos son propias de ti. Cuando tomas identidad desde afuera disociada con tu adentro. ¿Entiendes? La debilidad moral, la falta de convicciones y una pobre imagen de ti mismo en Cristo, te dejan en un lugar muy vulnerable para traicionar y traicionarte. Si pudieras hoy, ser leal a ti mismo, dejarías en este instante todo aquello que no te pertenece para sostener con firmeza tus certezas y ser una persona sin engaños.



viernes, 18 de marzo de 2016

La verdadera realización personal


Dijo Steve Jobs. Cada día me miro al espejo y me pregunto si hoy fuera el último día de mi vida ¿Querría hacer lo que voy a hacer hoy? Si la respuesta es “no” durante muchos días seguidos sé que necesito cambiar algo.
Sabes? hay muchas personas que viven sus vidas sin sentirse realizadas. La insatisfacción constante, la queja, la frustración y la falta de sentido erosionan ese aspecto tan importante de la percepción de sí mismos que los muestra satisfechos con lo que son y con lo que hacen.
El apóstol Pablo se planteó este dilema. En 2 Timoteo  4:7dijo: “He acabado la carrera, he guardado la fe”. Era evidente que el apóstol  había evaluado como  positivo su proceso.
¿Sabes? La realización personal es mucho más que una meta a alcanzar. Llegar sólo es el final del proceso y la consecuencia del mismo. Existen algunos indicadores que son parte en esta carrera de tu vida y que deben estar para que puedas revisar la calidad de tu carrera. Entre ellos:
  • Saber para qué estás en este mundo, cuál es el sentido de tu vida aunque sea definido con algunas imprecisiones.
  • Saber qué es lo que Dios va diseñando para vos paso a paso.
  • Enfocarte en tu pasado como una etapa de aprendizaje más que de reproches. Desplegar día a día las mejores cualidades que posees.
  •  Encontrar satisfacción en lo que vas haciendo un día a la vez.
  • Ganar la batalla ante las tentaciones. Evaluar tu vida de santidad y ver logros en vez de vulnerabilidad constante.
  • Construir relaciones sanas.
  • Disfrutar de ellas en la convivencia.
  • Tener proyectos personales.
  • Extender tus redes de ayuda al prójimo.
·         En síntesis, sentirte completo en Dios con una actitud positiva  frente a la vida y asumiendo los retos cotidianos y los desafíos que se presenten con la mirada puesta en la meta. Puestos tus ojos en Jesús.
Muchas ideas por ahí giran en torno a que la realización personal es en uno mismo. En función a tus adquisiciones, tu progreso, tu status. Dios plantea una mirada diferente. Dice Colosenses 2:10. Que nosotros estamos completos EN ÉL. ¿Cómo puede ser esta tu experiencia? Enfocando tu camino en el camino de Jesús y rindiendo tu obediencia a su voluntad. A veces una vida realizada no es necesariamente una vida sin dificultades o sin problemas. El mismo apóstol Pablo vivió naufragios, cárceles y persecución pero a pesar de esto Él sabía que estaba en el camino correcto y alcanzo la fe.

Si piensas la realización personal como un proceso, entonces hoy mañana y pasado sabrás si la pista por donde corres es la  que te lleva a la meta: Cristo.


viernes, 11 de marzo de 2016

¿En quién confías?

 En Ti confiarán los que conocen tu nombre, por cuánto Tú no desamparaste a los que te buscaron Salmo 9:10
¿En qué confías? Sabes que muchas personas sufren angustia, tristeza, desánimo, insomnio y otros males por el solo hecho de haber perdido la confianza. Quizá tú seas una de ellas. La confianza y el conocimiento aparecen como dos caras de una misma moneda. Al nacer, los seres humanos somos totalmente dependientes. Sería imposible la supervivencia si no hay asistencia total de un adulto que alimenta y cuida. Es en estos primeros momentos de la vida y en los siguientes, donde  los apegos se van construyendo. Un contexto de “Apego seguro” en dónde se proveyó de alguna manera seguridad al niño, aporta la materia prima necesaria para que la confianza se desarrolle. Confianza en sí mismo, en las propias posibilidades y confianza en los otros. En los casos dónde la historia personal estuvo atravesada por apegos “Inseguros” por falta de estos cuidados y seguridad, es probable que la confianza en ese futuro adulto quede en parte dañada, afectada y se constituya una variedad de aspectos en el carácter derivados de esta inseguridad fundante. Podemos confiar en la medida que conocemos a aquel en quien depositamos la confianza.
 Así, del mismo modo ocurre con Dios. A lo largo de la historia, el ser humano se separó y distanció de la presencia de Su presencia. Esto generó una brecha tan grande que el desconocimiento se acrecentó y esa relación quedó dañada afectando también la confianza y la seguridad en nuestro modo de vivir la vida. Este salmo nos invita a  confiar en términos de conocimiento de Su nombre. ¿Cómo crecer en la confianza  hacia El?  Meditar en  la palabra de Dios. Ese nuestro manual de conexión con Dios. Su Palabra es Verdad y allí Él se revela de manera real y concreta para que lleguemos a conocerlo.  Nuestras lógicas cambian hacia las lógicas divinas y nuestra fe crece para sostenernos  afirmando nuestras vidas en lo que Él Es.
Hay en la Biblia muchos ejemplos de hombres y mujeres que confiaron más allá de las circunstancias porque conocían a Aquel  en quien habían depositado su confianza. Hebreos 11 es el capítulo que sobresale en ejemplos de Fe, de confianza. Son Héroes en este tema.
¿Qué es lo que permitió que confiaran así? Estoy segura que fue el conocimiento que habían alcanzado de Dios pero también, la posibilidad de entrega personal. Cuando dejamos que Él sea quien tiene el control, nosotros nos corremos del centro y Jesús ocupa el lugar. Allí nos sorprende, nos confirma y nos enseña que Él  es un ancla segura.
También puede pasar que tú necesites más tiempo para confiar o más pruebas para sentirte seguro. Tal fue el caso de Gedeón, el juez de Israel que necesitó confianza antes de ir a la batalla contra los madianitas. (Jueces capítulo 6) o de Tomás , el discípulo que no confió tan rápidamente en la resurrección y necesitó Ver las manos de Jesús.(Juan 20:27)  hasta que pudo decir ¡Señor mío y Dios mío! Una vez que logró afirmar su confianza.
Por eso, te animamos desde este programa a que te animes a depositar y entregar tu confianza en el único que permanece FIEL. Aunque todo alrededor cambie. El no desampara a quien le busca.



La confianza sube en escalera y baja en ascensor  por eso mira en quién la depositas.

Jesús es tu lugar seguro.



martes, 8 de marzo de 2016

Agradeciemiento

“Entren por sus puertas con acción de gracias” Salmo 100:4

¿Por qué será que nos cuesta tanto ser agradecidos?  Reaccionamos muy rápido ante las pérdidas pero  no somos tan propensos en  valorar lo que tenemos. O mejor dicho, muchas veces le damos valor a lo que tenemos una vez que lo perdemos. ¿Has escuchado esta frase no es así? Y ¡cuán cierta es!  Una actitud agradecida, transforma lo ordinario en extraordinario. Una de las mayores trabas para agradecer es enfocarse siempre en lo que nos falta. Esto hace de nosotros, sujetos demandantes y desconformes. Siempre queriendo un poquito más. La gratitud  nos enfoca en lo que tenemos. Aprendemos a valorar cada cosa y a estar conformes (Que no significa conformismo) sintiendo satisfacción más que carencias. Un espíritu agradecido pone en marcha mecanismos de mucha generosidad, alegría  y dependencia espiritual en el Señor. Nos redime de la soberbia y de la autosuficiencia dándonos la humildad necesaria para  relacionarnos en términos de igualdad y ayuda mutua. El agradecimiento es un ejercicio piadoso.
Quizá estés transitando por una etapa donde las cosas no se presenten de la mejor manera. Aún en esos momentos, más allá de tus fuerzas, si tu corazón agradece, un nuevo cielo de significados se puede abrir al instante Y ¿Sabes? no es una mirada facilista ante la vida. Es una cuestión de desarrollar un carácter que se somete a Dios en todo y descansa en Su poder, en Su provisión y en Su presencia. Muchos son los ejemplos de aquellos que han aprendido a  agradecer más allá de sus dificultades. Personas que Dios ha puesto en nuestra vida contemporánea para que descubramos el don maravilloso de agradecer. Este salmo nos invita a entrar a través de una puerta cuya llave pareciera ser las acciones de gracias.  ¿Que encontramos detrás de esa puerta? comunión y  entendimiento aún en aquellas cosas que no están en la lista de cosas por las cuales dar gracias. El sentido que sostiene esta actitud es que Dios es bueno es misericordioso  y es Verdad. “Una actitud agradecida transforma lo ordinario en extraordinario