viernes, 25 de noviembre de 2016

En el nombre del Padre.


“Santificado sea Tu nombre”. Mateo 6:9

Tengo una amiga llamada Canela, es una persona hermosa y una madre ejemplar. Siempre la nombramos Canela y en lo personal, me agrada mucho ese nombre porque no es tan común en la Argentina. Lo notable, es que ayer en una rueda de presentación entre otras mujeres ella dijo. –“Yo soy Gladys, pero me dicen Canela”, cuando mi padre fue a registrarme al nacer, no le permitieron inscribirme con el nombre de Canela, entonces él me puso Gladys en el documento, pero siempre me llamaron Canela porque ese era su deseo. Nunca habíamos sabido esa historia y Gladys es Canela para nosotros y lo seguirá siendo más allá de su DNI. Aunque esto parece sólo una anécdota cotidiana, de las cuales tú podrás dar otros ejemplos, tener un nombre es el primer derecho de los seres humanos. Tu nombre te da identidad, tu apellido te enlaza a una historia familiar y a otros que te anteceden. No es poca cosa ¿No es cierto? Es por eso que también DIOS se ocupa de SU nombre y usa muchas maneras de referirse a ÉL mismo en diferentes circunstancias para que la humanidad lo conozca por EL QUE REALMENTE ES.

Amiga, el nombre de Dios es SANTO porque está por encima de todo nombre.  Santificarlo es hacer de ese nombre una realidad en nuestra vida. Yo no sé qué significa para ti el nombre de Dios. Cada una de nosotras podemos tener una representación muy diferente del mismo, adquirida por nuestra cultura, por el contexto en el que nos hablaron, o por las tradiciones familiares en las que creciste. Quizá ni siquiera conozcas SU nombre y todo lo que ÉL ES. Pero no está tan lejos como para que no lo encuentres y descubras cuánto significado encierra SU NOMBRE. Muchos lo han cambiado por otros parecidos ofreciendo paz, seguridad y ayuda adaptando SU imagen a lo que más les conviene. No te confundas.

UNA PAUSA EN TU VIDA MUJER  © Copyright 2016 por Miriam Martini

SANTIFICAR su nombre es que puedas disfrutar sus atributos perfectos en tu vida, tu mundo, tu realidad.

viernes, 18 de noviembre de 2016

El pez por la boca muere.


“Con su lengua hablan mentiras…Que caigan por sus propios consejos. “Salmo 5:9-10

La Biblia, la Palabra de Dios, relata historias reales, de personas reales, con vivencias reales y emociones reales. Los Salmos también expresan la voz de esas personas en forma de poesía y canción. Los enojos, los miedos, las injusticias, las alegrías y los deseos del corazón se perciben en cada verso cuando uno recorre con atención la lectura. El rey David fue uno de los autores best seller de los Salmos. En esta situación aparece pidiendo a gritos que Dios haga justicia ante sus enemigos, que fracasen sus planes malvados y que caigan por sus malos consejos. Como vulgarmente decimos: “El pez muere por su propia boca”.

Amiga, quizá este grito pueda estar siendo tu grito, quizá estas sufriendo alguna situación injustamente. Quizá las mentiras hayan roto tu corazón dañando tu confianza y desees de todo corazón que se haga justicia de alguna manera. Tienes derecho a expresar lo que sientes a reconocer tus emociones y registrarlas. Pero si sólo queda en un grito o en una expresión, no harás nada más que descargarlas. El rey David sabía esto. Por eso más allá de hacer audible su voz, puso su confianza en Aquel a Quien dirigía sus asuntos personales.  Hablar de confiar, parece contradictorio cuando la misma confianza ha sido traicionada. Parecería más sencillo desear venganza o quedarse instalada en el enojo; pero Jesús puede restaurarla y más allá de escucharte ÉL quiere recibirte, darte seguridad y atender a tus asuntos con justicia perfecta. Nadie más que Él rechaza la mentira, la traición y la maldad. Conocer el carácter de Dios nos da seguridad. Su persona es nuestra garantía.

UNA PAUSA EN TU VIDA MUJER  © Copyright 2016 por Miriam Martini

 Si haces oír tu voz, eso es bueno, pero si se la haces oír a Dios eso será ¡Sorprendente!

viernes, 11 de noviembre de 2016

Reinas para servir



“Yo creo que has llegado a ser reina para ayudar a tu pueblo en este momento”. Ester 4:14 (NVI)

Crecimos enriqueciendo nuestra imaginación con cuentos de hadas, reinas y princesas. Si ya eres madre, seguramente narrarás las mismas historias a tus hijas.  Disfrutarás cuando se disfrazan con tus zapatos de tacos, pintan sus labios y visten tus vestidos como queriendo hacer realidad algo que sólo es posible en la fantasía. Ester no habrá quedado afuera de estos deseos infantiles, más allá de que la vida la había privado de una madre que pudiera narrárselas.  Era huérfana y de nacionalidad judía, un verdadero problema en época de esclavitud. Lejos, muy lejos estaba de hacer realidad ese sueño de niña ¿No te parece? Pero lo cierto es que, en ese imperio persa, un día el rey la iba a mirar a ella más que a ninguna y de ser una joven marginal y discriminada pasó a ser la reina del imperio. ¿Qué me dices? Dios tenía previsto este “Cuento de hadas” (que no fue un cuento).  Él acomodó las circunstancias de tal manera, para que el pueblo judío se salvara del perverso decreto emitido por un asesino como Amán, quien tramaba un inminente genocidio.

Amigas, al igual que Ester, Dios nos puso en una posición de privilegio en nuestra comunidad.  No solamente para disfrutar de los beneficios de la Gracia (aunque eso es maravilloso) sino para que miremos a nuestro alrededor y que más allá de los impedimentos que encontremos en el camino, nos comprometamos con la justicia social, la ayuda y nos opongamos a la opresión de los pobres y de los marginados. Ester apeló a su autoridad de reina para interceder por su pueblo, nosotras tenemos la autoridad de Cristo para colaborar en sus propósitos.

UNA PAUSA EN TU VIDA MUJER  © Copyright 2016 por Miriam Martini

Elevadas a reinas para servir como siervas.

viernes, 4 de noviembre de 2016

Amores hipócritas


“Cómo dices: ¿Yo te amo, cuando tu corazón no está conmigo?”  Jueces 16:15

Confundido entre otros árboles parecidos, se entremezcla allí, muy pegadito a cualquier otro, el “Árbol hipócrita”. Un ejemplar del tipo parasitario que crece abrazando con sus ramas y raíces a otro árbol de quien se alimenta y a quien poco a poco va matando y dejando totalmente seco. Parece una tierna imagen de “Amor” ver a los árboles abrazados, pero lo real es que más que amor es una muerte segura.

Amigas algunas de nosotras construimos relaciones de este tipo. Abrazamos con una dependencia excesiva a otras personas: pareja, hijos, amigos y padres. O, por lo contrario, permitimos que otros se abracen a nosotras invadiendo toda nuestra experiencia y dejándonos como víctimas de sus necesidades. Sansón y Dalila se abrazarían de esta manera ¿No te parece? Ella fingió amar a Sansón, pero su única intención era descubrir su secreto para dejarlo sin fuerzas favoreciendo de esta manera una estrategia política. Sansón, llevado por su debilidad, se dejó “Parasitar por esta relación” sin poder poner ningún tipo de límites llegando al extremo de desear la muerte: “Presionándole ella cada día con sus palabras el alma de Sansón fue reducida a mortal angustia” Contrario a Dalila, a algunas mujeres se les enseñó a ser dependientes. Aprendieron a centrar sus vidas alrededor de otras y a enlazarse en relaciones que no les han permitido crecer y desarrollarse en un clima de confianza, seguridad, cuidado y libertad, confundiendo la resignación con el amor responsable y maduro. Dios dice que en el amor NO hay temor y dejó el perfecto ejemplo de un amor sincero, genuino y eterno a través de Jesús. Su entrega fue desinteresada, sin buscar a cambio ningún provecho personal sino solamente ser esa persona en quien deposites tu confianza simplemente porque es Dios y SU AMOR NO DEFRAUDA, sino que te da seguridad, confianza, libertad y VIDA.

UNA PAUSA EN TU VIDA MUJER  © Copyright 2016 por Miriam Martini

Que tu vivencia de amor sea para vida y no para muerte