Una de las tendencias humanas comunes es intentar lograr la mirada beneplácita de Dios a través de nuestro esfuerzo.
A través de lo que hacemos queremos aplacar su castigo.
Queremos sentirnos seguros de que el regateo con Él nos
valga bien.
La teóloga Elsa Tamez llama a esto la “Ley del mérito”. Valor y posición de
una persona a través de sus logros.
La religión considera que Dios es un secreto que solo se
revela por medio de la disciplina y la práctica de dicha religión.
Bien conocido es el coro infantil que muchas veces se enseñó
y cantó que decía; “Cuida tus ojos cuida
tus ojos lo que ven pues tu padre celestial te vigila con afán cuida tus ojos
cuida tus ojos lo que ven” y…seguía con cuida
tus manos lo que hacen y cuida tus pies donde van.
Y si bien no está mal lo que decía cada estrofa, por otro
lado develaba la idea de un Dios “Vigilador, castigador, que amaba pero que
decía CUIDADO!! OJO!!!con lo que hacen.
Esta manera de ver a Dios genera distancia entre el
hombre y Su persona.
La misma distancia que Dios salvó por Gracia, la religión
la provocó con el legalismo y la falsa espiritualidad.
Una falsa espiritual que se va enquistando poco a poco en
aquellas personas que padecen de un sí mismo no muy bien constituido, una
escuela del psicoanálisis habla de un “Falso self” o sea una organización del Sí
mismo que se va desarrollando patológicamente como producto de un fracaso muy
temprano en la vida anímica pero que sigue su curso en un falso desarrollo , en
una perdida de la autenticidad y reacciona defensivamente ante su entorno que
puede ir desde actitudes totalmente “sobre-adaptadas” al medio hasta casos graves
como patologías esquizoides o bordeline.
No es tan fácil darse cuenta de esto y menos todavía
cuando la religión se hace presente porque
disfrazan detrás de ella con un
alto nivel intelectual y de obediencia
extrema al “sistema de leyes”, esa “Falsa persona” perdiendo toda autenticidad
impidiendo que se desarrolle el verdadero self espontáneo y autentico.
Se someten a los deseos y expectativas de “Otros” (en
este caso el sistema religioso, la ley divina) pagando un precio muy alto para
disimular lo vulnerable y frágiles que se sienten interiormente
Este legalismo se reproduce en las comunidades de fe y
generan una relación de esclavitud con el evangelio y una percepción de lo que
Dios es, muy equivocada.
No
se habla de un Dios de amor, sino de un Dios severo y lejano al que hay que
clamar por misericordia para ganar su
favor para sentirse dignos de su gracia,
como si fuera un evangelio de esclavitud (Stanley
Slade)
Todo este esfuerzo por cumplir la ley hace sentir al sujeto fallidamente seguro y
perteneciente pero poco profundo e íntimo
en la relación con Dios.
Si “algo se corre
de estos rígidos esquemas” que construyen…se confunden y más cerrados y
exigentes con cumplir la ley se ponen. Y si se repite el círculo una y otra
vez.
Así se constituyen comunidades de reglas en vez de
comunidades de gracia.
Lo importante no es la regla o la acción que se ve en la superficie
sino lo que se esconde debajo, las raíces de esa acción. Si es la religión y el
esfuerzo humano o la libertad y el espíritu. Porque debajo de esa superficie
esta el individuo real.
Tomar contacto con esa tendencia intima es un paso
significativo hacia la liberación del yugo de la religión y hacia la libertad y
gracia para una vida genuina y autentica, fiel a Dios y al sí mismo.
Es la vía total para una vida comunitaria de Gracia que
no traza líneas divisorias juzgando, exigiendo, imponiendo, cumpliendo sino
aceptando incondicionalmente, temiendo a Dios , siendo sinceros con El, con los
demás, empáticos y realmente unidos en el Espíritu no en la ley.
La
religión provee las máscaras necesarias para
encubrir nuestras carencias, las macaras bloquean la vía hacia la
comunidad genuina (Marcos Backer)
"Un
signo de salud espiritual es la posibilidad de vivir auténticamente siendo
fieles a Dios a y a nosotros mismos."