miércoles, 1 de abril de 2015

Resistencia al cambio




Desde que nacemos entramos en un incansable proceso de construir aquellos significados desde donde vamos a mirar el mundo que nos rodea
Muchas veces todo este sistema o constructo de creencias por mas insignificantes que parezcan, definen lo que hacemos, lo que esperamos y proyectamos y como decodificamos el universo. En síntesis la “Visión” que tenemos de nosotros mismos gobierna y condiciona nuestra vida. 
El riesgo es quedar “Rigidizados” o “atrapados” en una forma de pensar que resista a todo cambio mas allá que sintamos o vivamos experiencias nuevas que nos obliguen (por así decirlo) a revisar nuestras certezas porque quizá las que tenemos ya no sirvan para dar respuestas a lo nuevo que nos adviene.
En las décadas del 80 y de los 90 los cambios fueron vertiginosos en muchos órdenes, principalmente el avance de los medios tecnológicos y el acceso a internet nos invito a entrar en un mundo globalizado donde con solo un “Click” accedemos instantáneamente a kilómetros de distancias y a información mundial sin movernos de nuestro escritorio. Mas allá de esto el fin de la guerra fría llevo al mundo a un sistema económico de libre mercado.
Un mundo unificado donde los limites y las fronteras se derriban en cierta medida, provocan cambios en la subjetividad haciendo que las personas tengamos diferente manera de relacionarnos con el Tiempo y el Espacio.
¿Qué pasa entonces cuando nos resistimos a cambiar? ¿Cuándo nuestros mandatos o nuestras matrices desde donde aprendimos la vida ya sea por nuestros padres, nuestra cultura o nuestro credo se vuelven rígidos e inamovibles?
Los cambios siempre generan miedo. Miedo a lo nuevo. Miedo a lo desconocido.
Lo que sabemos y aprendimos nos da seguridad e identidad y tocar estos mandatos es casi como tocar nuestra historia. Por eso a veces la resistencia puede más y lo único que atinamos ante la imposibilidad de incorporar nuevos significados es “Descalificar” todo lo que no encaja con ellos.
“Polarizamos” lo bueno y seguro en un lado y lo que deviene, si no lo podemos incorporar, por el hecho de que entra en conflicto con esto, lo alejamos, lo criticamos, lo cargamos de aspectos negativos para justificar que es inaceptable aunque quizá no lo sea.
¿Se trata de aceptar todo? Por supuesto que no! “Compra la verdad y no la vendas” decía Salomón en el Prov. 23:23.
No se trata de resignación sino de “re significación” para no quedar presos de rutinas, de hábitos, de aspectos de nuestro carácter que acomodemos, por mas disfuncionales que sean, por el simple hecho de resistir cambios o de creer que es imposible cambiar.


Jesús dijo que no se puede poner el vino nuevo en odres viejos, en viejos recipientes porque se quiebra y no lo puede contener (Marcos 2:21-22) Te animo a renovar tu mente y a ser un recipiente útil para recibir LO NUEVO DE DIOS.


Citas bíblicas:
Prov. 23:23: Compra la verdad y no la vendas, adquiere sabiduría, instrucción e inteligencia. 
Marcos 2:21-22: Nadie pone un remiendo de tela nueva en un vestido viejo, porque entonces el remiendo al encogerse tira de él, lo nuevo de lo viejo, y se produce una rotura peor. 22 Y nadie echa vino nuevo en odres viejos, porque entonces el vino romperá el odre, y se pierde el vino y también los odres; sino que se echa vino nuevo en odres nuevos. 

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