“No permitas que
ninguno de tus hijos sea ofrecido a Moloc”. Levítico 18:21
Quizá no entiendas el título de este escrito, pero nuestros abuelos en
Argentina usan esta expresión cuando algo anda mal. Decir: ¡A la flauta! Es
señal de que algún peligro se avecina. Evidentemente las generaciones, van
arrastrando significados culturales y transmitiéndolos en sus idiomas o
dialectos. Posiblemente esta manera de anticipar un peligro tiene que ver con
el relato bíblico que hoy hacemos referencia. Moloc, era un dios fenicio al que
se le rendía culto por medio del sacrificio de niños y bebés. Estos eran
quemados vivos al son de ruidos de flautas y tambores que sonaban
estridentemente durante los sacrificios, seguramente para no oír los gritos.
Mientras escribo esto, no puedo salir del horror y el espanto que me provoca
evocar estas escenas. Si bien, otras culturas, aún en Latinoamérica, repitieron
esta idolatría con el correr de los años, fue desapareciendo esta práctica
aterradora.
Amigas, hoy las flautas siguen sonando de otra manera.
Muchos de nuestros niños y jóvenes quedan presos de otras “Muertes”. Diariamente,
en mi consultorio escucho relatos infantiles cargados de dolor, de soledad, de depresión,
enojos y abandonos. Una simple mirada en una calle cualquiera de tu ciudad,
también te arrojará imágenes de niños entregados a Moloc. Y las flautas siguen
sonando. Los ruidos de otras cosas ensordecen a los adultos responsables de
cuidar y preservar la vida emocional y física de nuestros pibes (como decimos
en Argentina). ¡Que privilegio tienes en tus manos! Seas madre, tía, abuela o
tengas hijos del corazón como yo los tengo, puedes evitar esta tragedia” No
permitas”, dice Dios. Encuentra todos los modos posibles de cuidar, proteger y atender
al niño en sus necesidades. Los ruidos ensordecedores de estos tiempos pueden
distraernos de lo que realmente es importante. Muchos niños siguen llorando y
nadie los escucha. Confío en que tú los escucharás. Amén.
UNA PAUSA EN TU VIDA MUJER © Copyright 2016 por Miriam Martini
“Hoy
las flautas siguen sonando. No las escuches. Hay llanto detrás”
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