¿Fuiste alguna vez el blanco de un loco que de golpe se volvió
fanático del tiro con arco y flechas? Yo no y ¡Ni quiero serlo! David no pudo
elegir demasiado. Era músico, tenía una habilidad poética importante, había
pasado días y noches trabajando como pastor de ovejas en Belén. Seguramente la
tranquilidad del monte, la serenidad de una noche estrellada y una luna llena
habrán sido el escenario de este joven, cuando cuidaba los rebaños de su padre.
Un día fue ungido Rey por un anciano llamado Samuel. De todas las familias y de
todos los hermanos, él fue el elegido. Dios lo eligió. Sin embargo, los
primeros años de vida en el palacio no se parecieron en nada a la vida de un
verdadero rey. Todo lo contrario. Lo destinaron a ser siervo y músico del rey
de turno quien se había vuelto un poco loco. Los celos que Saúl le tenía (Quizá
porque sabía que era su sucesor) hicieron de David el blanco perfecto a sus lanzazos.
Cualquiera en esta situación tan injusta, buscaría no solamente tener buena
cintura para esquivar, sino que correría a sacar las lanzas de la pared para
devolvérselas a quien las arroja. Pero David no lo hizo. David esquivó dos
veces y muchas otras veces, hasta tener que huir de su propio palacio. Podría
haber elegido vengarse, después de todo, la corona ya era suya. Pero aprendió a
esperar a que Dios hiciera justicia. Su
carácter y su personalidad se transformaron durante ese proceso, hasta crear en
él, un corazón manso necesario para cuando subiera al trono. A su trono.
Amigas, las injusticias y las agresiones pueden interrumpir
un día tu historia y con ello también el deseo de vengarte y de envenenar tu
alma con amargura y rencor. Y no ves la salida. Dios es un Dios de justicia. Él
es TU JUSTICIA. Dice Romanos 12:19 “Mía
es la venganza, yo pagaré”.
UNA PAUSA EN TU VIDA MUJER © Copyright 2016 por Miriam Martini
Amigas,
no estoy animándote a soportar la violencia. Nos declaramos EN CONTRA de
cualquier tipo de violencia. Sino a dejar aparte la venganza y aferrarte a la
JUSTICIA.