Salmo 18:1-4
1 ¡Cuánto te amo, Señor, fuerza mía!
2 El Señor es mi roca, mi amparo, mi libertador;
es mi Dios, el peñasco en que me refugio.
Es mi escudo, el poder que me salva,
¡mi más alto escondite!
es mi Dios, el peñasco en que me refugio.
Es mi escudo, el poder que me salva,
¡mi más alto escondite!
3 Invoco al Señor, que es digno de alabanza,
y quedo a salvo de mis enemigos.
4 Los lazos de la muerte me envolvieron;
los torrentes destructores me abrumaron.
y quedo a salvo de mis enemigos.
4 Los lazos de la muerte me envolvieron;
los torrentes destructores me abrumaron.
¿Cómo se sostiene la fe y la
confianza en Dios cuando las cosas no salen bien? ¿Cómo confiar en un Dios que
permite un mundo lleno de faltas, de injusticias y de contradicciones? ¿Dónde
quedaron esos hombres como Sadrac, Mesac Abed Nego, Jose, Moisés, Abraham,
Jeremías, Isaías? ¡Y tantos otros que hicieron cosas extraordinarias siendo
hombres ordinarios, simplemente porque le creyeron a Dios!
Creo que en este mundo podemos
encontrar diferentes personas con distintas experiencias de relación con Dios. Están
los que le creen pase lo que pase y desarrollan una fe enorme y contundente.
Por otro lado, aquellos que no tienen fe. Que no pueden creer, no les es
posible aceptar racionalmente ni espiritualmente la existencia de Dios. También
están los que una vez creyeron, depositaron su fe en lo que Dios es; pero las circunstancias
contrarias o las oraciones no respondidas como esperaban, hicieron erosión en
esa fe y luego dejaron de creer como antes. Por ultimo están los que dicen
creer, creen creer, pero lo cierto es que nunca pusieron a prueba esa fe y
mantienen una comodidad y acostumbramiento que la llaman fe, pero que solo la
prueba podría ponerla a “Prueba”.
No sé en qué grupo te anotas,
pero hoy intentaremos reflexionar juntos con respecto a nuestras convicciones,
a nuestro conocimiento de Dios y a nuestro modo de desarrollar la fe. Pregúntate
antes de continuar: ¿Le crees a Dios? ¿Cómo puedes comprobar en tu vida que
Dios Es lo que dices que Es? Quizá sepas y conozcas sus atributos, pero no sean
una experiencia real en tu vida.
Creo que hemos desarrollado una
idea errónea de Quien “Es” Dios y lo hemos limitado a Quien nosotros creemos
que “Debería” ser. En esa lógica, Dios debería hacer del mundo un lugar feliz,
sin guerras, sin injusticias y sin dolor. Nos gustaría pensar una larga vida
libre de dolor y donde todo lo que deseamos pueda cumplirse. Es más, nos
enseñaron que Dios es nuestro Padre y que todo lo que pedimos orando en Su
nombre Él lo da. Nos dijeron que El Todo lo puede. Que Todo lo Sabe, que es
Fiel. Que no Falla nunca. Que no ama la injusticia. Que nos guarda. Que nos
cuida. Que, si nos entregamos por completo, Él nos sostendrá y no nos dejará en
deuda. Pero en nuestro diario vivir, muchas veces, todo esto que “Sabemos” es
puesto a prueba y lo que sentimos es todo lo contrario a lo que nos dijeron o
lo que alguna vez pudimos creer. Entonces, nos desanimamos, dudamos de todo,
nos enojamos con Dios porque sentimos que nos falló.
Otros, en cambio, fortalecen su
fe en medio de la confusión, de la persecución, y hasta de las torturas o el
dolor físico. Ejemplos hay muchos: Corrie tem Bom, prisionera en los campos de
concentración nazi. La única sobreviviente de toda la familia. Murió siendo
fiel a Dios y dando testimonio de la protección y del amor de Dios en medio de
sus torturas. Joni Earekson Taba quien quedara cuadripléjica a los 17 años de
edad. Si bien pasó dos años deprimida y dudando de todo, cuando superó su
prueba se convirtió en una importante conferencista, motivadora, y escritora
para dar testimonio de su fe. Nick Vujicic, quien naciera con una agenesia de
sus 4 extremidades, sin explicación alguna excepto el hecho de ser una mala
formación. A pesar de esto y de haber pasado momentos de depresión en su
infancia, superó el dolor y desarrolló una vida normal. Se casó, tuvo dos hijos
y hoy es uno de los motivadores más importantes de la historia. Podríamos mencionar a muchos más.
Contemporáneos y no contemporáneos. Hombres y mujeres que fortalecieron su fe
en vez de deprimirla. ¿Qué hace la diferencia? Quizá revisar la mirada que
tenemos acerca de Dios, nos ayude a entender su soberanía sobre nosotros y
sobre este mundo. Si recorremos los evangelios veremos la posición que Jesús
tomó frente al dolor humano. Siempre se conectó con el dolor. Se entregó por nuestro dolor y concretó así
la unión con la humanidad. El respondía a las tragedias humanas con compasión.
No las evitó, pero las enfrentó con compasión. El también sufrió, se compadeció,
lloró, se enojó, se indignó, denunció las injusticias, defendió a los pobres, y
estuvo ahí donde el dolor humano se hacía presente. No siempre encontraremos
respuestas suficientes ni explicaciones que nos satisfagan. Pero la fe se hará
más fuerte en medio de esos lugares de la experiencia que no nos agradan. Una
cosa es creer En Dios y otra muy distinta es creerle A Dios. A veces se nos va
la vida, haciendo cosas para Dios, pero nos olvidamos que primero Dios tiene
que Ser alguien en nuestras vidas, o nos desgarramos en actividad para ir a
Dios con las manos llenas de servicio, olvidándonos que Dios nos recibe con las
manos vacías. Oramos y clamamos, pero no dedicamos tiempo a escucharle.
Aprendemos la doctrina de memoria, pero nos olvidamos de la Fe verdadera.
Cumplimos sus mandatos pero no
revisamos nuestro corazón. Entonces cuando de Fe se trata, tambaleamos. Lo que
un momento parecía claro, de repente ya no lo es y las reglas y las doctrinas
por si solas no sostienen ni protegen ante las sorpresas de la vida o ante los
imprevistos.
Si no nos dejamos abrazar por Su
Gracia, si no experimentamos la Gracia, será difícil creer en Dios.
De todas formas…Dios
cree en nosotros.
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