Mucho se escribe y se seguirá escribiendo acerca de
la comunicación eficaz. Métodos, reglas prácticas y cuentos alusivos al tema
abundan. Lo cierto es que cada vez las personas se entienden menos. En
realidad, comunicarse es un verdadero arte. Entre lo que uno dice y el otro
escucha hay un mundo infinito de significados. Será por eso que los malos
entendidos, las incomprensiones y las discusiones erosionan hasta los vínculos
más seguros. Los silencios que se llenan con supuestos, las cosas que no nos
animamos a decir para que nadie se enoje. Lo que se nos dice, pero no queremos
escuchar. Las palabras que lastiman y las emociones que no se contemplan en el
medio. Todos son indicadores de desconexión entre dos mundos, el mundo del
quien habla y el de quien escucha. Santiago propone dos movimientos, dos
tiempos distintos:
Pronto
para oír, tardo para hablar. Santiago 1.19, rápidos para escuchar y
lentos para hablar. Es como si nos estuviese diciendo: ¨Tómense su tiempo¨ Para
poder oír y tener una escucha dispuesta será necesario silenciar otros ruidos.
Estar receptivos a lo que alguien nos dice y evitar estar a la defensiva.
Abrirnos a la escucha con humildad y sin poner juicios de valor apresurados,
nos facilitará el entendimiento. Por otra parte, hablar es más que decir algo.
Y oír más que escuchar. Hablar, conversar, dialogar no es un asunto lineal sino
espiralado, circular. Ir más allá de las palabras es entrar en una dimensión
emocional con el otro que nos une y nos transforma.
Quizá tu mundo de relaciones
hace tiempo que empezó a dar señales de distanciamiento y falta de comprensión.
Posiblemente las ocupaciones, la falta de tiempo o los des-tiempos han
desgastado el encanto del diálogo y de la comprensión mutua. La comunicación es
un proceso dinámico que conduce al descubrimiento y al aprendizaje. Cuando todo
esto falla, el resultado es la soledad y el aislamiento. Recuerda, los pasos de
esta danza son oír de la mejor manera y hablar de modo que te entiendan.
Habla de tal manera que otros amen escucharte. Escucha
de tal manera que otros amen hablarte.
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