Muchas veces
el ser humano entra en estados de creciente exigencia personal que no puede
medir y que lo lleva a un ritmo de vida
comprometida y ocupada que no necesariamente es del lado de la salud física,
emocional ni espiritual.
Parecería
que en nuestro modo de ser y estar en el mundo todos tenemos distintas
tendencias:
·
Los
que se paran más del lado del sentir…emocionales, pasionales
·
Los
que lo hacen desde el pensar…intelectuales racionales
·
Los
que hacen…los de acción los que producen y producen.
Ninguna
de estas formas es tan pura…pero algunos tendemos más hacia una u otra marcando algo así como una
tendencia de personalidad característica que acompaña toda nuestra experiencia
de vida individual, social y hasta en la relación con Dios también.
Hoy
vamos a intentar reflexionar en aquellos que pierden y
confunden la noción de compromiso
y responsabilidad con excesos, obsesiones y exigencias que solo llevan a
un desgaste imparable de activismo disfrazado de obediencia pero que deteriora
las relaciones con los demás…consigo mismo y por supuesto con el Espíritu
Santo.
No olvidemos
que nuestro contexto socio cultural y la mirada capitalista de occidente han
llevado a las sociedades a un nivel de consumo y de producción imparable de
objetos, detrás de la fantasía de lo
que es “Necesario o imprescindible” del
cual no podemos corrernos tan fácilmente porque casi se ha hecho carne en todos. Cada vez las exigencias de mercado son más
altas y cuesta correrse, detenerse, descansar, preservar el ocio como algo
sano, dedicar tiempo a la recreación a lo lúdico o al tiempo libre olvidando
que son aspectos propios de la salud mental y física más allá del llamado a estar siempre ocupados y exigidos por horarios,
compromisos y corriendo detrás de
resultados.
La lógica resultadista y exitista , el miedo a fracasar, la falta de estima
personal, la descalificación propia, los sentimientos de culpa no resueltos, la
falta de afecto o reconocimiento por parte de las figuras parentales, las
crianzas ligadas a castigos y mandatos rígidos e inamovibles y los sentimientos
de fracaso son combinaciones perfectas
para que se despliegue una personalidad insegura y culpógena que solo busca
apagar la idea de castigo divino a través del hacer pero del hacer exigente,
perfecto, sacrificado a un nivel tan inalcanzable que ejerce un efecto de “No
poder parar y no poder parar” porque nunca se satisface esa falta interna sino
haciendo más y exigiéndose más a sí mismo y a los que los rodean.
Consideran
que nadie puede hacer las cosas como
ellos las hacen, entonces prefieren hacerlas solos y pase lo que pase cumplirán
con la exigencia de todos modos.
Podríamos
pensar desde un modelo dinámico de la personalidad que hay implícitamente una
necesidad de castigo, un autocastigo casi masoquista que solo se apacigua “Pagando tributos”
“Haciendo cosas”, “Exigiéndose más y más”. Un modelo punitivo que es del orden
de lo inalcanzable pero que agota , desgasta y deja al sujeto “sin carga de
baterías” hasta provocar a veces serias enfermedades, stress, depresiones u otro tipo de enfermedades somáticas
y/o anímicas que distan muchísimo de lo que Jesús demanda
o de lo que es espiritual realmente.
Si miramos
lo que Jesús tiene para decirnos es que ante todas las cosas y ante todo lo que
hagamos o pensemos ...”Nos cuidemos personalmente”, El mandamiento de Ama al
Señor con todo tu corazón, con toda tu mente y con todas tus fuerzas ya nos
ubica en una posición alineada con el equilibrio del alma, la mente, el corazón
y el Hacer, sin que ninguno domine más que otro y dice que desde ese lugar
debemos también Amar a nuestro prójimo…desde este lugar
equilibrado según nos amemos a nosotros mismos y a Dios .
El más que
nadie se ha ocupado de mostrarnos aspectos tan imprescindibles del cuidado
personal el aspecto físico, el emocional, el social, el intelectual y el
espiritual porque conoce lo que somos y sabe que podemos descuidar alguno de
ellos en detrimento de otros ocasionando desequilibrios y afectos negativos que
no nos hacen bien y que nos alejan de la armonía espiritual y del disfrute de
la vida abundante que Él quiere que tengamos.
Los que
sufren de “Activismo y de obsesiones” puede que piensen que es egoísta o poco
responsable dedicar tiempo al cuidado personal. Quizá ni se lo permiten porque
no se dan ese permiso para “Registrar” que también como cualquier ser humano…Lo
necesitan. Les cuesta conectarse con las necesidades propias, las invisibilizan
y se hacen solo visibles cuando el cuerpo pasa factura y ya se transforma en
algún síntoma somático o anímico o espiritual.
Por eso…
cabe pensar ¿Es egoísta el cuidado personal?, ¿Me exige Dios una vida tan
ocupada siempre? ¿Es mi nivel de exigencia tan alto que nada conforma a Dios?
Si
recorremos el ejemplo de Jesús vamos a
ver que Él pudo armar un equipo de
hombres que no eran perfectos, todo lo contrario, casi ni nivel de instrucción
tenían y sin embargo a ellos encargo la Misión más importante de su Reino. Lo
vemos también, divertirse, descansar, pedir ayuda, buscar compañía, estar a
solas y retirarse cuando necesitaba estar con el Padre.
No vemos en
los evangelios a un Jesús agotado, extenuado, de mal humor, sin falta de tiempo
para nadie o solitario y sin poder compartir. Él podía detenerse en cualquier
camino y flexibilizar su agenda sin obsesiones ni estructuras rígidas. Su vida
era movible y hasta a veces casi impredecible
(para nosotros, no para EL) en lo que
iba a hacer
También si
avanzamos en el ejemplo del apóstol Pablo vamos a ver como él se preocupaba por
la salud espiritual de Timoteo y de todos los cristianos animándolos a la
llenura del Espíritu, a la vida piadosa, a los buenos tratos, al descanso, a la
solidaridad, a redimir el tiempo, darle un buen uso al tiempo pero manteniendo
todo nuestro ser: Espíritu Alma y cuerpo irreprensibles para la venida de
Cristo o sea en” armonía” y en
“sintonía” sin dejar de lado nada.
La figura
del cuerpo como Templo de Cristo también es fuerte!! Si mi cuerpo es un lugar
donde Cristo habita debo cuidarlo, debo exigir y dar hasta donde puedo hacerlo
con toda la Paz en mi interior de que El no necesita de mis sacrificios sino de
mi honra. Dice 1 Samuel 15:22:
“¿Qué es lo que
más agrada al Señor tus ofrendas quemadas y sacrificios o que obedezcas
a su voz? …escucha!!! La obediencia es mejor que el sacrificio y la sumisión es
mejor que ofrecer la grasa de los carneros.”
Cerrando…Dios
se agrada de una relación con El sana, plena intima más que en cumplir con
exigencia personales que solo apaciguan nuestras culpas. El ya cargo el peso en
la Cruz, El pago nuestras deudas y busca adoradores que le sirvan en Espíritu y
en Verdad como resultado de esa relación y no como una búsqueda para apaciguar
Su ira.
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