viernes, 11 de diciembre de 2015

Instancias “Cuando el sol se pone”

Todas las culturas a lo largo de la historia han dejado huellas de sus costumbres en ciertos rituales de celebración como modo de transmisión de identidad y de preservación de la existencia a través del tiempo.


Tal es así que en Cochabamba, Bolivia existe. LA PUERTA DEL SOL (INTI PUNKU) ES UNO DE LOS MONUMENTOS MÁS IPMORTANTES DE LAS RUINAS ARQUEOLÓGICAS DE TIAHUANACO, QUE EXALTA LA IMPORTANCIA DEL SOL EN LA CULTURA INCAICA...
Allí se celebra una experiencia de espiritualidad muy fuerte aun hoy en día, el pueblo Aymara se reúne una vez al año a cielo abierto y descalzos, miran al naciente para recordar que cada día el Sol nace y se renueva el don de la vida en la Tierra. Con su luz y calor, el Sol, nos recuerda que Dios renueva la vida y todo se activa en la naturaleza cuando hay Luz. Dirigirse al naciente es un gesto receptivo de lo nuevo del día.
Pero luego dejan de mirar al naciente y miran al poniente  para recordar que también cada día el Sol se pone y termina un día, un ciclo. Mirar al poniente es un gesto de entrega.
Ambos gestos son necesarios y complementarios a la vez para mantener el equilibrio justo en el ciclo de la vida, en la naturaleza.
Quizá la invitación de esta reflexión está hecha a quedarnos o detenernos un poquito más mirando al poniente. La fecha del año nos invita a entregar. Estamos cerrando un ciclo, un año y con esto también hay un “sol que se pone” otra vez más, como pasa con los días, hay una etapa que cierra, un proyecto que termina una nueva despedida.
Lamentablemente vivimos tan intensamente la cultura del instante y del aquí y ahora que perdemos la importancia de realizar cierres necesarios .Nos  cuesta cerrar, nos cuesta entregar. Queremos seguir teniendo todo  todo el tiempo y no perder nada , sacamos fotografías de cada momento, dejamos registrado en frases, mensajes, redes todos lo que hacemos como modo de eternizarlo, de no perderlo  cuando la vida …porque así es la vida…nos corre de algún lugar o nos saca algo que era importante para nosotros…nos deprimimos, nos frustramos, nos enojamos con la situación, generamos rencores, reproches demandas que no son ni más ni menos que modos fallidos de retener imaginariamente aquellos que ya no está.
Cuanto nos cuesta soltar?, Cual es el precio que pagamos por las entregas? Cuál es nuestro modo de pasar por esas puertas del Sol “Inti Punku”.Quizá seas de aquellas personas que se aferran a las columnas y tironean una y otra vez resistiéndose a dejar ir.
Un filósofo contemporáneo llamado Kierkegaard explica la desesperación del ser humano diciendo que: “El hombre esta tironeado entre lo finito y lo infinito”. El hombre es finito pero tiene sed de infinito y en algún momento descubre esa necesidad. El hombre está destinado a perderlo todo y eso lo puede vislumbrar en el momento en que pierde UNA SOLA COSA o APENAS ALGO. Eso lo conecta con la finitud de la vida, eso lo desespera.
Quizá por esa angustia desesperada nos aferramos a las coas, a los proyectos a las personas, a las circunstancias y si bien no es malo apegarnos, el peligro es cuando esos apegos son tan desmedidos que no nos permiten soltar o tener las cosas con las puntitas de los dedos en vez de tenerlas con los puños cerrados.
Hay una escena en la Biblia que refiere al profeta Samuel en 1ºSamuel 15: 35 dice que luego de haber Saúl desobedecido a Dios en Amalec al perdonarle la vida a Agag, le fue retirada la unción y ya Samuel no lo veía más a Saúl, entonces Samuel lo lloraba  hasta que en el capítulo 16 Dios mismo le dice a Samuel: “Hasta cuando lloraras a Saúl, habiéndolo yo desechado para que no reine más en Israel?
Dios le pide a Samuel que entregue, que suelte, que deje ir, que acepte que las cosas terminan, que mire al poniente para cerrar una etapa para luego ir y ungir a un nuevo rey que sería David.
Esa es la clave, mirar al poniente es la única manera de dejar ir al Sol para que el otro día pueda existir un nuevo amanecer.
Dios renueva sus misericordias cada mañana.
El hace nuevas todas las cosas.
Él le dio al pueblo en el desierto el mana como señal de su novedad cada mañana. La orden era comer el mana de hoy y no guardar para mañana quizá como un simbolismo , entre otros, de que cada día debe cerrar con lo que ese día trae y debo dejar atrás lo viejo para poder recibir lo nuevo con fe y con confianza en que si bien nosotros somos seres infinitos Dios es infinito y eterno. El no pierde la continuidad.
Es parte del plan de Dios que cerremos algo este año, pedile a Dios que te acompañe a entregar aquello que ya debe irse y ponelo en el altar de la entrega con alegría y con la certeza de que mañana habrá otro saliente porque Dios es continuo y porque Él quiere que recibamos sus novedades con las manos abiertas y con la mirada puesta a ese nuevo Sol de Su Gracia que todos los días sale hasta la eternidad

POR EL PODER DE TU AMOR - Marinella Arrue (salvadoreña)

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