“Dios bendice a los hijos de la mujer honrada cuando ellos
siguen su ejemplo”
Proverbios 20:7(NVI)
Hay una frase que dice Lo que
reposa detrás y al frente de nosotros son pequeños detalles en comparación a lo
que reposa dentro de nosotros. (Ralph Emerson). Esta y muchas otras
intentan definir la importancia de un carácter íntegro, honesto, confiable y sin
dobleces. Claro está que, lo que mostramos ante los demás no necesariamente es
lo que somos en verdad. Nuestro carácter es lo que verdaderamente somos. Es esa
imagen interna desde donde nos percibimos como personas. Y esa percepción de
nosotras mismas determinará las respuestas que demos a todos los sucesos que
transitemos sean buenos o no lo sean tanto. Nuestro contexto y nuestra historia
nos pondrán, a lo largo de la vida, en diferentes “personajes” que podremos
llegar a asumir. Estudiantes, madres, hijas, novias, empleadas, vecinas de un
barrio, profesionales etc. Pero nuestro carácter pondrá de manifiesto a la
“Persona” real más allá del personaje.
Esa relación con nosotras mismas es lo que en verdad somos. Lo demás lo
demostramos.
Amigas, entre tanta definición hoy quiero que pensemos en
las bendiciones de un carácter íntegro. Principalmente porque según nuestro
proverbio de hoy, la integridad tiene promesa y genera influencia en otros que
nos acompañan en la vida, como por ejemplo los hijos (Y no es poca cosa) La
mayor demostración de la integridad está en la actitud que tenemos. Una actitud
correcta hacia las cosas que nos suceden, demuestra que, aunque esté la ocasión
de hacer lo incorrecto, nos posicionaremos con autoridad sobre las mismas. Otro
aspecto interesante es la verdad, la autenticidad. Si somos congruentes entre
lo que pensamos y sentimos, no andaremos por la vida con “Dobles discursos”.
Esto nos lleva a resaltar que también una mujer íntegra atiende con especial
interés sus pecados. Los reconoce y los confiesa. Abarcando a todos, ser íntegra
implica ser consecuente con la Verdad de Dios. ¿Lo eres?
UNA PAUSA EN TU VIDA MUJER © Copyright 2016 por Miriam Martini
Por
eso, conocer a Dios íntimamente y relacionarte con Él genera un sistema de
transformación y cambio hacia esa vida honesta que se proyecta más allá de
nosotras y bendice a otros.
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