L a historia de la humanidad comienza con un engaño e la relación. La serpiente, engaña a Eva, Eva engaña a Adán y luego, ambos intentan engañar a Dios
Dios creo seres libres, con capacidad absoluta para tomar sus propias decisiones y el hombre eligió mentir desde los orígenes.
¿Cómo construimos la mentira? ¿Responde a algún sentido? ¿Por qué mentimos (más allá del aspecto espiritual que sabemos)? ¿Para qué mentimos?
Las personas vamos configurando nuestra personalidad a través de relaciones interpersonales y en ese interjuego hace contacto entre sus percepciones y con las de los otros. Es en ese interjuego que refuerza la verdad o bien el engaño según su percepción de sí mismo y de la que cree que es la percepción de otros con respecto a él.
Cuando un niño descubre que puede mentir y la madre no enterarse que le está mintiendo, esto es vivido por el como un experiencia de “separación” que le permite saber que él no es ella , es decir que la mentira infantil establece en el niño un modo de relación con el otro, “sabiéndolo otro” diferente a sí mismo. Este mecanismo, o recurso seguirá rigiendo como un patrón que intenta “fallidamente” salvaguardar algo propio que corra riesgo de perderse si se dice la verdad o que ponga en juego una impresión de mí mismo ante el otro que no quiero que no me gustaría mostrar. Siempre la mentira responde a ese riesgo que corro de perder algo valioso para mí; un vínculo, una oportunidad, un objeto que se ve amenazado.
Es algo así como un lugar propio en el que nadie puede entrar excepto yo (y Dios).
La mentira muestra diversas manifestaciones, entre ellas: hago vaga descripciones de algún hecho general, digo a medias, la verdad, distorsiono la verdad, oculto la verdad exagero la verdad o falto a la misma inventando una historia diferente que la suplante.
Lo que provoca realmente en las relaciones siempre es “Distorsión” de la figura que esa relación debería tener, de la imagen total y escindir la vida y la experiencia relacional en partes.
Quién miente, quien tiene el engaño como recurso tiene un problema con su imagen, con su autenticidad. El personaje termina reemplazando a la persona real y el sujeto se instala en una inauténtica y peligrosa manera der presentarse en la vida.
La base de la mentira es el MIEDO. Esto lo podemos ver claramente en la historia de Génesis capítulo 20 cuando Abraham miente diciendo que Sara era su hermana por el temor que le causaba perder su vida en Gerar.
La Biblia ha dejado muchas historias de personas que han fracasado ante la verdad y las consecuencias que esto ha provocado entre padres e hijos, esposas y esposas, amigos, hermanos.Etc. Pero Dios abre las puertas de la VERDAD en su Hijo. Él es el CAMINO, él es la VERDAD, él es la VIDA y Su Palabra es verdadera.
Si nuestra relación con Él es cada día más cercana y de mayor intimidad ya no será tan liviano mantener caretas, personajes y mentiras porque Su LUZ pondrá en evidencia lo que somos y Su Espíritu nos convencerá de aquellas cosas que debemos corregir, asumiendo los riesgos de decir la verdad pero las bendiciones y la PAZ de poder sentirnos SEGUROS en ella, atravesando los miedos que sostienen esas mentiras y presentándonos siempre ante los otros con la mayor transparencia que podamos.
1 Pedro 2:1 dice: “Desháganse de todo engaño e hipocresía y crezcan en una experiencia diferente.”
Solamente la VERDAD nos da LIBERTAD.
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